B.B. KING Live at San Quentin (MCA, 1990)
Las súplicas de BB King a la audiencia, literalmente cautiva, para que aplauda a los guardias que vigilan a los prisioneros en su primer álbum en vivo en casi una década son casi ridículas.
A diferencia de la ironía burlona de Johnny Cash en su álbum grabado en la misma prisión en 1969, donde se puede sentir que el desdén de Cash por los captores es tan fuerte como el de los reclusos, King parece ser totalmente ajeno al hecho de que estos son prisioneros retenidos contra su voluntad. Y ese es el problema con este disco competente, aunque poco destacable:
King simplemente está haciendo lo que tiene que hacer. Bien podría estar tocando para un público de sangre azul bajo las estrellas en algún cobertizo del Medio Oeste.
En cuanto a este set, y su contenido, es como se esperaba; aunque abre un poco frenéticamente y caóticamente, se pone en modo crucero tan pronto como en "Let the G
ood Times Roll" (la segunda pista), con BB entregando la exhibición habitual de interpretaciones vocales portentosas y de largo alcance intercaladas por carnosos riffs de blues.
"Peace to the World", una canción con un cierto aire a "Joy to the World" de Three Dog Night y editada con un falso aplauso legítimo de la multitud, "Into the Night", y un par de melodías relajadas que, energizadas por el entusiasmo de la multitud, también terminan ganando impulso y vitalidad como sucede con "Sweet Little Angel", “Everyday I Have the Blues”, o los saxofonistas potencian su sonido y entablan una animada conversación en “Never make a Move too Soon”.
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